Los más optimistas pueden calificar la temporada del FC Barcelona como irregular. En un ejercicio de realismo, cabría juzgarla en negativo desde la globalidad. Las dudas que están suscitando el juego barcelonista es una constante del curso y apenas aparecen brotes verdes para la esperanza, casi recluidas a la eclosión de un futbolista sensacional como el jovencísimo Pedri.
De las ilusiones albergadas se pasó a la admisión realista que podría ser un año de transición, pero hay serios temores que se pase la línea roja para caer en una regresión, si no varía la tendencia resultadista.
El presente está ensombrecido por unos resultados que comprometen la gestión deportiva, en tanto que el futuro viene marcado por una aguda crisis económica. Todo ello, enmarcado en una situación Institucional provisional con la celebración el próximo siete de marzo de las elecciones a la Presidencia del Club.
No ayuda la parálisis vital que conforma el azote mundial del coronavirus que marca la agenda, que cuestiona el desarrollo deportivo y modifica a la baja la financiación.
El Barça ya perdió la Supercopa de España, cediéndosela al Athletic Club por un gol encajado en el minuto 87 que dio paso a una prórroga con el gol decisivo de Iñaki Williams.
Está aún vivo, pero en estado de shock en las tres competiciones importantes que disputa. La suerte de la liga se dirimirá este sábado 27 de febrero en el estadio Sánchez Pizjuán de Sevilla, mientras que en la Copa del Rey se citará con el mismo rival hispalense el próximo 3 de marzo en el Camp Nou y quemará sus naves el diez de marzo en París en el marco europeo.
En ningún de los tres compromisos parte como favorito, yendo el cálculo de probabilidad de éxito de mayor a menor. Empieza este sábado que se enfrentará al cuadro sevillista en pugna por la tercera plaza en la inmediatez, para seguir alimentando ilusiones de “campeonar”. Una derrota le pondría demasiada distancia con la cabeza y una victoria le permitiría prolongar los anhelos, sustentados en débiles argumentos.
Es en la Copa del Rey donde le Barça, rey de la competición con treinta entorchados, puede aspirar con mayor fundamento a superar las semifinales, que le llevaría a alcanzar la final. Para ello, deberá remontar un resultado adverso de dos a cero producido en la ida.
La empresa es muy difícil, máxime la calidad de la retaguardia sevillista con el tándem Jules Koundé – Diego Carlos en el eje y el ex gironí Bono bajo palos. El resultado de la ida fue demasiado castigo para un Barça al que victimizó en demasía errores puntuales, pues el juego fue igualado y un empate hubiera reflejado mejor lo acontecido sobre el rectángulo.
Con la resolución de este doble enfrentamiento con el Sevilla FC, el Barça encarará el partido de vuelta de los octavos de final de la Champions League que le enfrentará al P.S.G. en la capital de Francia el próximo diez de marzo.
El Barça se juega la temporada en doce días, los que van del 27 de febrero al 10 de marzo. El 0-2 en tierras del Guadalquivir, el 1-4 endilgado por lo parisinos en el Camp Nou y el empate a uno cobrado por el Cádiz en el mismo escenario, han puesto al Club a la altura de los caballos
Solo la mejor versión del Barça puede competir y ganar doblemente al Sevilla, pero difícilmente le alcanzaría para superar el colchón de seguridad del P.S.G.
Siempre nos quedará Paris, fue el argumento de Humphrey Bogart a Ingrid Bergman en la mítica película de Casablanca, pero en el caso que nos ocupa, a lo peor, podría tener tintes trágicos de despedida anticipada de curso de un equipo de futbol que cuenta con rutilantes estrellas, encabezadas por el mejor jugador del mundo. O así piensa nuestra pluma.
@albertgilper
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